En cuanto hablamos de operaciones de cirugía plástica o estética la controversia está servida. La polémica viene siempre de la mano del concepto de que las operaciones de estética no son necesarias para el paciente. Siempre hay quién comenta que el riesgo para la salud es excesivo y el dolor que puede acarrear no vale la pena para adecuarse a los cánones de belleza.
En estas consideraciones se echa en falta profundizar algo más en los motivos que empujan a las personas a la intervención quirúrgica. De la misma forma habría que tener en cuenta otras consideraciones como son la vertiente funcional de muchas de estas operaciones que impulsan las razones objetivas para realizarlas.
Consideraciones psicológicas
La cirugía plástica ayuda a mejorar la percepción de uno mismo y de su propia imagen. En ocasiones la seguridad y autoestima de algunas personas puede depender de la imagen que reflejen. En estos casos puede parecer un simple capricho sin embargo existen siempre cambios no deseados en el cuerpo que pueden necesitar de la ayuda de la estética para recuperar esta seguridad psicológica.
Los pacientes que debido a algún traumatismo o enfermedad han perdido una parte de su cuerpo o han quedado mutilados pueden experimentar un cambio a peor de su calidad de vida. Los cirujanos plásticos trabajan para paliar estas situaciones. Nadie duda de la necesidad de paliar las secuelas provocadas por un cáncer de mama o quemaduras. La cirugía reconstructiva puede ser una herramienta más del tratamiento de determinados traumas.
En lo que se refiere al factor psicológico de las operaciones de estética la lógica nos indica cuando son recomendables y cuando no. Hay que tener en cuenta el componente emocional, ¿qué se pretende “curar” con esta intervención médica? ¿Qué motiva el deseo de someterse a operaciones? Cuando la respuesta se relaciona con uno mismo y no con la percepción ajena o gusto de los demás ya es indicativo del camino adecuado.
Consideraciones funcionales
Pero es que además en muchos casos nos olvidamos que la cirugía estética implica también un elevado grado de mejoras en la funcionalidad de algunas zonas intervenidas. A nadie se le escapa que una operación de nariz puede hacerse para evitar ronquidos o que reducir un pecho puede ser beneficioso para evitar dolores de espalda.
La funcionalidad médica va de la mano de la estética para que el resultado sea siempre el más óptimo para cada paciente.